Los cuarenta días de el tiempo de Cuaresma el Santísimo estuvo expuesto, tiempo mismo en el que por medio del compromiso de los feligreses fue visitado, alabado y adorado.
Esta jornada tuvo como fundamento las palabras del Papa Francisco: "Dios no se cansa de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón."